Recorrer el campo castellano
en primavera es todo un lujo;
los contrastes de colores,
los aromas florales,
la luz y los sonidos del silencio
me acompañan en cada
recodo del camino,
como testigos mudos
del signo marcado
que deja su pista
grabada en la tierra
entre los guijarros.
como testigos mudos
del signo marcado
que deja su pista
grabada en la tierra
entre los guijarros.
Es imposible no sentir
ese poso de melancolía,
la añoranza de unos pasos amigos
tan habituales otrora
y tan lejanos en el presente.
El calor tímido del sol me abraza
mientras el suave susurro del viento
mece mis cabellos que insisten en velar
la mirada perdida en el horizonte.
Las nubes que lloran su regalo de vida
nublan el recuerdo acompañando a mi alma
en su triste nostalgia
y yo debo seguir caminando
renunciando al olvido de la huella perenne
que dejaron tus besos.
1 comentario:
La primavera castellana está pletórica, según he podido comprobar por tierras segovianas.
Guarda en la mochila aquello que ya pasó y pon la vista más allá del horizonte.
Un abrazo en una tarde loca de nubes y claros.
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