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06 marzo 2011

Carnaval

Sábado de carnaval-carnavalero para "casi"  todo hijo de vecino. Y una, que forma parte de la "comparsita" que marcan los tiempos, se arma de cámara en ristre, minicámara de repuesto, objetivo de largo alcance, limpia cristales, memorias extras, el manojo de llaves (incluida la estrella fucsia brillante tamaño XXL, por eso de que nunca aparecen en el bolso si no llevan un guía), pañuelos de papel refrescante y olorosos (nunca se sabe que parte del cuerpo tendrán que "aliviar"), el tarjetero "todoenuno" (que esconde la tarjeta que necesitas camuflada a los ojos tuyos y del señor de la gasolinera que detrás de un mostrador atestado de golosinas, cds del año Carolo, linternas llavero, tarjetas de puntos y un largo etc.., te mira con cara de: "ésta no tiene un duro ni naaa y me la quiere meté", que te pone más nerviosa de lo que estabas y te hace temblar hasta la coliflower), los caramelos de café de Solano (sin azúcar, por supuesto), unas monedillas sueltas por si apetece "una de burbujas" (remitirse al post de Beker en: http://beker-pensamientos.blogspot.com/2011/02/burbujas-que-perduran.html ), y... me lanzo a la calle en busca de colores, alegría y fanfarria, que los tiempos no están para mucho pero todos necesitamos un paréntesis que nos aleje del momento.
Sabía que necesitaría un buen argumento para colgar mis fotografías en el blog y llegado el momento (osea: ahora mismo) esa musa que dicen que todos tenemos brilla por su ausencia, pero... ¡EUREKA! la pequeña bombilla del recuerdo trajo a la memoria un artículo de Arturo Pérez-Reverte sobre un día de carnaval allá por el año 2002 ;la fecha ni por asomo la recordaba, pero viene reflejada en el texto que sigue a la foto.


DÍA "D" EN LA LÍNEA (ARTURO PÉREZ-REVERTE)
Ohú. Imagínense ustedes el cuadro, que a lo mejor hasta vieron parte en aquel vídeo de un aficionado que puso la tele. Yo mismo habría dado cualquier cosa por estar allí, mirando, mientras me tomaba una cerveza en un chiringuito con mi vecino el perro inglés. Ese domingo de Carnaval. Esa playa de La Línea de la Concepción, pegada a la verja de Gibraltar pero por el lado de aquí. Esa lancha británica arbolando pabellón de su Majestad la Queen. Esos feroces soldados de los Royal Marines haciendo maniobras con sus caras tiznadas en plan Rambo y sus escopetas y sus morteros. Ese Peñón al fondo. Ese ejercicio de desembarco a media mañana, Inglaterra espera que cada uno cumpla con su deber y toda la parafernalia. Esa fiel infantería de marina británica dispuesta a mostrar una vez más su letal eficacia en las cosas de la guerra crué. Ese sargento chusquero Thomas Smith, o como se llamara, con un tatuaje de las Malvinas en un brazo y otro de su puta madre en el otro, que patronea la lancha de desembarco. Y que se equivoca de playa. Y que mete al teniente Mortimer ya sus veinte máquinas de matá en la playa española en vez de en la gibraltareña, o sea, por el lado de acá de la verja. Y ese desembarco impecablemente táctico, con muchas posturitas y mucho arrastrarse por la playa y mucho adelante, muchachos, a por ellos, cúbreme, Tommy. Bragueta Seis a Zulú Cuatro, afirmativo, cambio, etcétera.

Ahora imagínense las caras de los de este lado. Los padres paseando a sus niños en los cochecitos. La gente de La Línea que andaba por allí con sus cañas de pescar. Los varillas aparcacoches, dame algo, colega. Y la guasa. Domingo de Carnaval, insisto. La playa asín de gente y los Royal Marines haciendo el gilipollas, a gatas por la orilla. Los pescadores en sus pateras, con las redes a medio sacar, gritándoles os habéis equivocao, hihoslagranputa, que esto no es Hibraltá sino España, Spain. This is Spain and yu mistaken, pishas. Y esos dos policías municipales de La Línea moviendo las manos, que no, tíos, que la verja está allí atrás y os habéis pasao unas yardas y varios pueblos. Y esos llanitos del otro lado, británicos y todo lo que quieran, pero que les va la coña marinera como al que más, que para eso son de allí y se apellidan Sánchez y Cohen y Parodi, agarrados a la verja y llorando de risa con los ingleses, no te lo pierdas, Johnny, la Navy no sólo navega sino que patina. Rule Britannia. Y en ésas, el teniente Mortimer que se da cuenta del planchazo y se le caen los cojones al suelo y dice por la radio aquí Zulú Cuatro, retirada, retirada, Black Hawk down o lo que sea, y todos los Rambos nasíos pa matá otra vez a gatas para la lancha a toda mecha, apuntando para aquí y para allá, antes de que al cabo primero Romerales, del puesto de la Guardia Civil, que lleva cuatro coñás esa mañana, se le crucen los cables y saque el nueve parabellum y se vaya derecho a la playa, cagüentós los muertos de los ingleses, y la líe. Y al día siguiente, ese ministerio español de Exteriores diciendo nada, hombre, chiquilladas bélicas sin importancia; y el portavoz del Ministerio de Defensa inglés haciendo chistes, je, je, un fallo lo tiene cualquiera, pero somos aliados y pelillos a la mar, así que tranquis y a joderse, que para eso están ustedes en la OTAN.

Ahora imagínense que hubiera ocurrido lo contrario. Que en el curso de unas maniobras militares españolas, el teniente Arensibía y la sargenta caballera legionaria Vanesa, con cabra incluida, hubieran desembarcado por error en una playa de Gibraltar, no ya con escopetas, sino con el bocata de mortadela de media mañana. Si hace algún tiempo, cuando una lancha del Servicio de Vigilancia Aduanera español se despistó, metiéndose tras una planeadora contrabandista en el Peñón, ya montaron los llanitos y los ingleses la de Dios es Cristo, calculen la que hubiera caído con esto, y más si encima alguien lo filma en vídeo: violación de aguas y territorio británico, agresión a la colonia, afrenta irreparable a la bandera de Su Majestad. Esos llanitos poniendo el grito en el cielo. Ese Foreign Office mandando notas de protesta. Esos editoriales del Times y del Guardian dando caña. Esos hooligans ingleses rompiendo bares de Benidorm como represalia. Los tertulianos de las arradios españolas pidiendo que rueden cabezas, y acto seguido ese ministerio de Defensa destituyendo por si acaso a toda la cadena de mando, sargenta y cabra incluidas, y mandando al general jefe de la región militar destinado forzoso a Chafarinas, a enseñarle instrucción, un, dos, ep, aro, a la foca Peluso. Y ese ministerio nuestro de Asuntos Exteriores, pues ya saben. Arrastrándose, como suele, en busca de alguien a quien hacerle una mamada urgente -especialidad de la casa- para relajar la cosa. Y dando gracias al Cielo por que el teniente Arensibía y la cabra se hubieran equivocado desembarcando en Gibraltar, y no al otro lado de la verja de Melilla.

10 de marzo de 2002



¿Y España..."kelokeé"? Pues eso... ¡UN CARNAVAL!