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18 mayo 2011

Ronda

No hay rincón malagueño que no haya conseguido emocionarme por uno u otro motivo, pero Ronda... Ronda ha sido muy especial. Al embrujo andaluz hay que añadirle el duende rondeño que asoma por las esquinas, en los balcones, entre las filigranas de las rejas de las ventanas, de los patios, sus gentes y... la presencia invisible y  romántica, de bandoleros y toreros. Todo en Ronda tiene magia. Llegar allí desde la costa nos va mostrando el encanto de una ruta inolvidable.
Ronda no es para un día, hay que saborearla de a poquitos, recorrer todos sus rincones, visitar sus innumerables museos, estremecerse ante la visión del abismo desde el que se yergue orgulloso su  poderoso puente dejándonos por unos momentos sin aliento, maravillados, cautivos.
El Alminar de San Sebastián, el Convento de Santo Domingo, la Iglesia de Santa María la Mayor, el Convento de la Merced y un largo etc.. de monumentos  hacen de este enclave uno de los lugares más atractivos para el buscador de historia, para el viajero en el tiempo.
Reseña especial a La Plaza de Toros, en cuyo interior se alberga un pequeño museo interesante e instructivo, un bello coso monumental que se encuentra entre los más antiguos de España.
Y un consejo: Intentad pasar unos días en la ciudad si no queréis que os pase lo que a mi, no pude verla entera.

Ronda,.. embrujadora y altiva, majestuosa y serrana.
¡Volveré!


 
 
 

07 mayo 2011

You make me happy

Hay viajes que no tienen retorno, que se desprenden de las raíces que nos alimentan para agonizar con los recuerdos marchitos o para iniciar un nuevo paréntesis que encadene la frecuencia de signos vitales.
Todos los viajes aportan algo nuevo: un nuevo sentir, nuevos aromas, nuevas vistas, nuevas sensaciones, nuevas gentes, nuevos pensamientos,... Y en todos ellos prevalecen los recuerdos, los nuevos y los de siempre.
Los lugares marcan por muchas razones o por una sola.




Traigo el equipaje cargado de sentimientos viejos
que siempre están vivos
porque se alimentan de nuevas sensaciones
que llevan tu acento en el aire pegado a mi,
envolviendo el alma ausente
que quedó prendida en la reja florida de tu ventana
donde ni el viento, ni el agua,
ni la fuerza del mar marchitan los quereres.
He vuelto con la mochila repleta del amor
que me llevé y los rumores bravos de un oleaje de sueños 
que ni Tú, ni el destino han podido domeñar.





Entre reflejos de plata,
en las piedras bañadas por el agua salada 
que mis pies descalzos acariciaron sin prisas, 
dejé mis pensamientos de las horas más amargas
para recoger los nuevos con sabores de esperanza.
De los labios prendidos los besos que te daré un mañana,
en los ojos grabada la imagen de tu rostro, 
en los dedos la tibia sensación que tus orejas de duende dejaron un ayer,
en el corazón el calor del tuyo.
¡Me too!